Cristo y la ambición personal en los Evangelios Sinopticos

 LECCION
Mateo 20: 17-28;
Marcos 10:32-45;
Lucas 18:31-34
TEXTO MEMORIA: Mateo 18:4



 La petición de Salomé, que sus hijos, Jacobo y Juan, ocuparan puestos importantes en el reino mesiánico, fue hecha inmediatamente después del tercer anuncio de la pasión de Jesús.


 En esta ocasión, el Señor agregó detalles crueles que no había mencionado anteriormente. No sólo iba a morir sino que sería escarnecido, azotado y crucificado. Sabía perfectamente lo que tenía que padecer, y puso su rostro "corno el pedernal" para cumplir su misión.
Al ver el aspecto resuelto del Señor, que con paso firme marchaba delante de ellos, los discípulos estaban sorprendidos y tenían miedo . Marcos dice que Jacobo y Juan vinieron para hablarle al Señor referente a recibir los puestos principales en el reino venidero. Pero Mateo indica que fue la madre de los dos discípulos, quien hizo la petición. ¿Cómo podernos armonizar los dos relatos? Es probable que Jacobo y Juan se avergonzaran de pedir directamente tal cosa, y, por lo tanto, enviaron a su madre corno su portavoz. De todos modos, Jesús dirigió su respuesta a los dos hermanos, y también los demás discípulos se indignaron con ellos. Es obvio que la petición se originó en el deseo de los dos, por eso Marcos atribuye la petición a ellos. La súplica de los dos discípulos revela cuán poco entendían el anuncio del Señor. Jesús pensaba en su propia humillación, ellos en su exaltación. El iba al encuentro de la cruz; ellos anticipaban ocupar tronos. Mas, para poder alcanzar un puesto elevado en el reino, primero tendrían que beber del cáliz de padecimiento. No sabían 10 que pedían. Jacobo (Santiago) moriría corno el primer mártir de la Iglesia , y Juan sufriría persecución y luego exilio en la Isla de Patmos .



En ningún otro episodio, sin embargo, brilla más claramente la fe de los discípulos. No les cupo la menor duda de que Cristo establecería su reino en la tierra. "El sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado", es decir, que todos los arreglos del reino mesiánico ya han sido hechos por el Padre")

 Y Dios no tiene favoritos; otorga puestos de honor en el reino a los que lo merecen intrínsecamente. Luego Jesús hace un contraste entre lo que el mundo considera que es la verdadera grandeza en el reino y lo que Dios piensa.
 En el mundo el hombre grande es el que se enseñorea sobre otros, el que tiene autoridad de mandar, y cuyas necesidades más mínimas son satisfechas. Pero el que quiere ser grande en el reino mesiánico debe despojarse de su poder y hacerse pequeño.

El verdadero dominio es servir.


 La nueva ley del reino consiste en entregarse a otros. El mismo Cristo es quien vivió según esta ley y debemos seguir su ejemplo.

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