EL EJEMPLO DE ABRAHAM

TEXTO ENSEÑANZA : GALATAS 3: 6 AL 9TEXTO DE MEMORIA Hebreos 11:8

Llegamos ahora al centro mismo de este libro, en el cual el patriarca Abraham será la ilustración y el ejemplo escogido por el apóstol Pablo para enriquecer su explicación de la justificación por la fe. Veamos ahora lo que dijo Pablo aquí en este versículo 6, del capítulo 3 de la epístola a los Gálatas:

"Así Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que tienen fe, éstos son hijos de Abraham".

Este versículo es una cita sobre Abraham que aparece en Génesis, capítulo 15, versículo 6. Este versículo se encuentra también citado en Romanos 4:3.


Esta ilustración nos llega de la primera época de la vida de Abraham, de su vida de fe. Abraham fue la gran ilustración de la justificación por fe y Pablo le usó como un ejemplo en las epístolas de Romanos y Gálatas. No podía decirse que Abraham había sido justificado por la Ley porque la Ley mosaica no fue dada hasta cuatrocientos años después de Abraham. Y tampoco podía decirse que fue justificado por la circuncisión porque él fue justificado antes que la circuncisión fuese establecida. La circuncisión llegó a ser una señal distintiva y una evidencia de la fe de Abraham, así como el bautismo es la señal y evidencia de la fe del creyente en la actualidad. Ni la circuncisión ni el bautismo pueden salvar. En realidad, no contribuyen en nada para la salvación. Simplemente constituyen una evidencia exterior de una obra interior.

Los incidentes están relatados en Génesis 14 y 15 y tuvieron lugar después que Abraham regresara de Egipto. Él y Lot se habían separado y Lot se había dirigido a la ciudad de Sodoma. La primera guerra se estalló cuando los reyes del oriente hicieron guerra contra los reyes del Mar Muerto. Los reyes del oriente, bajo el mando de Quedorlaomer fueron los que triunfaron en esa batalla, y se llevaron todo el botín así como también a la gente de los pueblos que habían vencido, quizá para usarlos como esclavos. Y por supuesto en ese grupo de prisioneros se encontraban Lot y su familia. Pues bien, él era el sobrino de Abraham y éste no se iba a quedarse sin hacer nada. Así fue que, cuando Abraham se enteró de lo que había ocurrido, y de que su sobrino había sido tomado prisionero, inmediatamente se preparó para ir a la guerra. Se nos dice que armó a sus criados, los nacidos en su casa, y que eran 318 hombres; con ellos salió apresuradamente y alcanzó al ejército enemigo que se estaba alejando con Lot y el resto de la gente de Sodoma y Gomorra. Los atacó de noche, por sorpresa y triunfó en la batalla.

Entonces el rey de Sodoma le dijo a Abraham: "Dame las personas y toma para ti los bienes". Según el código del rey Hammurabi, el botín pertenecía a Abraham. Pero el rey quería la gente; en realidad Abraham ni siquiera tenía que entregarle la gente; él los podía haberlos tomado y llevado como esclavos, pero él no quería hacerlo.

Tampoco quería llevarse el botín. Entonces le dijo: "ni un hilo ni una correa de calzado tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram" Ése fue un gesto muy noble de su parte. Si algún día se enriquecía, sería porque Dios le haría rico. Prefería esperar en Dios y no en aquel rey. Dios se le apareció a Abraham para asegurarle que había hecho bien al rechazar el botín de los reyes de Sodoma y Gomorra y entonces le dijo, como leemos en Génesis 15:1, "No temas, Abram, yo soy tu escudo, y tu recompensa será muy grande". Abraham era una persona práctica, y comenzó a hablar con el Señor con toda claridad y franqueza y, por cierto, creo que al Señor quiere que nos dirijamos a Él de la misma manera. Le dijo entonces al Señor: "No tengo un hijo y tú me dijiste que lo tendría". Y el Señor le respondió: "Me alegro que hayas mencionado ese tema, Abraham, porque yo tenía algo que decirte". Dios ya le había dicho que su descendencia sería tan innumerable como la arena de la playa. Entonces Dios le tomó de la mano y le dijo que mirara al cielo. Debía ser de noche. Me han dicho que en esa zona del mundo una puede ver aproximadamente unas 5.000 estrellas a simple vista. Imaginemos cuántas se podrían ver con un telescopio potente. Sea como fuere, no creo que ningún telescopio podría darnos el número exacto de estrellas que podían verse en esa ocasión. En efecto, Dios le dijo a Abraham: "No puedes contar las estrellas, así como tampoco podrás contar tu descendencia". ¿Sabe usted cuál fue la respuesta de Abraham? Dice el relato (en Génesis 15:6), "Y Abraham, creyó al Señor, y le fue contado por justicia". Es decir, que el Señor lo reconoció como justo. El término en el idioma original es muy expresivo. Literalmente significa que Abraham dijo "amén" al Señor. O sea, que Dios le dijo "voy a hacerlo así" y Abraham respondió "amén".

¿Tiene esto una aplicación para su vida y la mía? Ciertamente la tiene. Es como si Dios nos estuviera diciendo: "Yo envié a mi Hijo a morir por ti: Si crees en Él, no perecerás. Tendrás vida eterna". ¿Dirá usted "amén" a esa declaración? ¿Creerá usted a Dios? ¿Aceptará a Su Hijo? Si usted así lo hace, está justificado por la fe. Esto fue lo que hizo Abraham. Él creyó a Dios y en ese momento, Dios le declaró justo. ¿A causa de sus obras? No, porque sus obras eran imperfectas. Él no tenía ninguna perfección que ofrecer a Dios. Pablo desarrollaría este pensamiento un poco más adelante. Aunque Abraham no tenía perfección en aquel momento, después la tuvo porque su fe se le tomó en cuenta como justicia. Ésa es la doctrina de la justificación. Y Abraham permaneció justificado delante de Dios.

Después Abraham le dijo al Señor: "¿Te importaría poner lo que me has dicho por escrito? Quizás usted esté pensando: "he leído el libro de Génesis y no recuerdo semejante frase. Pues bueno, está aquí en Génesis 15. En el versículo 7 le dijo el Señor: "Yo soy el Señor, que te saqué de Ur de los caldeos para darte a heredar esta tierra". Escuchemos la respuesta de Abraham en el versículo 8: "Señor, ¿en qué conoceré que la he de heredar?" En otras palabras, ponlo por escrito. Y Dios le dijo a Abraham algo parecido a lo siguiente: "encuéntrate conmigo en el juzgado y lo pondré por escrito". Ahora alguien dirá: "un momento, Dios no dijo eso". Pero, en otras palabras, sí se lo dijo. Leamos en Génesis 15:9: "Tráeme una becerra de tres años, una cabra de tres años y un carnero de tres años; y una tórtola y un palomino". En aquel tiempo, ésa era la forma en que se hacían los contratos. Por ejemplo, Jeremías, en 34:18 nos contó sobre un contrato realizado de esta manera. Es que cuando en aquellos días se formalizaba un contrato, un hombre acordaba hacer algo y la otra parte, a su vez, también acordaba hacer algo. Cortaban el o los animales del sacrificio en dos partes y colocaban una mitad a un lado, y la otra, al otro lado. Después se tomaban de la mano y caminaban entre las dos mitades. Ese gesto sellaba el contrato. Era lo mismo que ir hoy al notario en el palacio de justicia.

Así que Abraham preparó los sacrificios y esperó. Esperó durante todo el día. Las aves de rapiña descendieron sobre los cadáveres y Abraham las espantó. Pero Dios demoró el encuentro con Abraham; no llegó hasta el anochecer. Y dice Génesis 15:12, "A la caída del sol cayó sobre Abraham un profundo sopor, y el terror de una gran oscuridad cayó sobre él". Justo cuando iba a firmar el contrato, Dios causó a Abraham un sueño profundo. La razón para ello fue que Abraham no iba a caminar con Dios por entre las dos mitades. Abraham no tenía nada que prometer. Dios era el que prometía. Y dice el versículo 17 de Génesis 15: "Cuando se puso el sol y todo estuvo oscuro, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos". Así que Dios pasó solo por entre esas dos mitades porque Él era el que estaba haciendo el pacto. La parte que le tocaba a Abraham consistía únicamente en creer a Dios. Si el pacto hubiera dependido de la fidelidad de Abraham, quizás expresada en las oraciones que pronunciaba cada noche, él podría haberse descuidado una noche, y entonces ya habría quebrantado su promesa. Por ello, Dios fue el que hizo la promesa, y el pacto dependió de la fidelidad de Dios.

Hace más de 2.000 años Jesucristo fue a la cruz para pagar por sus pecados y los míos. Dios no nos está pidiendo que pronuncie sus oraciones o se comporte de una manera ejemplar para ser salvo. Él le está pidiendo que se crea en Su Hijo que murió por nosotroa. Él formalizó el contrato. Él es el que hizo la promesa, el pacto, y Él es el que le salvará.

 Y éste es, pues, el nuevo contrato. El viejo pacto lo hizo con Abraham. 

Abraham creyó a Dios. Le dijo "amén" a Dios. Abraham creyó, y se le tomó en cuenta como justicia. Dios aún les pide a las personas que crean en Él. Coloque usted su confianza en Cristo, y entonces será salvo. Aquí tenemos realmente una hermosa escena. Una escena de esas que por su impacto marcan toda una vida. En este caso, Abraham recordaría la ocasión solemne en la cual Dios formalizaría el pacto fundamentado en la fidelidad de Dios. Continuemos leyendo el versículo 7 de Gálatas 3:

"Sabed, por tanto, que los que tienen fe, éstos son hijos de Abraham".

Dios hizo eso por Abraham antes de que la ley fuera presentada. Él no hizo este pacto con él debido a sus buenas obras. Él le dijo a Abraham; "Yo haré esto por ti si tú crees en mí". Y Abraham respondió: "Yo creo en ti". Dios quiere que su fe descanse sobre una base sólida, firme. Cuando usted y yo confiamos en Cristo como Salvador, somos salvos de la misma manera en que Abraham fue salvo; por la fe. Por todo ello, estimado oyente, si usted se va a acercar a Él tiene que hacerlo por fe. Él ha llegado hasta la puerta de su corazón. No puede llegar más lejos. Él no va a forzar ni a derribar la puerta. Simplemente llamará y dirá, como dijo en Apocalipsis 3:20, "Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo". Solo usted que nos está escuchando en este momento, puede abrir la puerta por la fe y dejarle entrar. Para que Él llene esta vida y la vida eterna con Su presencia.

 versículo 8:

"Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los no judíos, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones".

Bien, si la fe sin obras era suficiente para Abraham, ¿por qué íbamos a desear nosotros algo diferente? Y si la bendición para Abraham no fue debido a las obras que demandaba la ley, sino a causa de su fe, ¿por qué íbamos a volvernos nosotros de la fe, a las obras de la ley?

Hemos leído que "Dios. . . predicó . . . el Evangelio a Abraham". ¿Y cuándo lo hizo?  Eso fue al comienzo de la vida de fe de Abraham. Ahora veremos que Pablo se refirió a un incidente que tuvo lugar cerca del final de su vida de fe, y registrado en Génesis 22 y en el versículo 17, después de haber ofrecido Abraham a su hijo Isaac sobre el altar. En realidad estuvo muy cerca de consumar ese acto de sacrificio, usted recordará, pero Dios lo detuvo. Dios consideró la actitud de Abraham como si él hubiera realizado el sacrificio porque él había demostrado que tenía fe en Dios, creyendo que Dios resucitaría a Isaac de los muertos (como nos dijo el escritor de Hebreos 11:19). 

Ahora observemos la respuesta de Dios al acto de fe de Abraham, registrada en Génesis 22:15-18: "Llamó el ángel del Señor a Abraham por segunda vez desde el cielo, 16y le dijo :Por mí mismo he jurado, dice el Señor, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo,  de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz". Aparentemente en ese momento Dios predicó el Evangelio a Abraham, porque el ofrecimiento de Isaac fue una de las mejores figuras del ofrecimiento de Cristo. Aunque Dios perdonó al hijo de Abraham, no perdonó a Su propio hijo sino que le entregó por todos nosotros.

Ahora, lo importante que debemos notar en la vida de Abraham es que este hombre obedeció la voz de Dios. Estuvo dispuesto a ofrecer a su hijo cuando Dios se lo ordenó, y cuando estando a punto de ofrecerlo Dios le detuvo, él se detuvo, obedeciendo la voz de Dios. Con su acción demostró que tenía fe en Dios. Nuevamente creyó en Dios y se le tomó en cuenta como justicia.

Hay algunas personas que se preocupan porque piensan que hay una contradicción en las Escrituras entre lo que dijo el apóstol Pablo sobre Abraham y lo que Santiago dijo en 2:20 y 21: "¿Pero quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras está muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?" Sin embargo Santiago continuó diciendo en el versículo 2 "¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?"

 Juan Calvino lo decía de esta manera: "Sólo la fe salva, pero la fe que salva no está sola". En otras palabras la fe que salva es una fe dinámica, una fe vital que nos lleva a realizar obras. Esperamos que usted entienda que Santiago no estaba hablando sobre las obras de la ley. Santiago estaba hablando de las obras de la fe. Porque la fe produce obras. Esta idea que lleva a afirmar que las otras le salvan, es como poner el carro delante del caballo y casi podríamos decir que algunos incluso ponen el caballo en el carro.

Es importante recordar que la fe conduce a las obras, como sucedió en el caso de Abraham. Dios puede ver nuestros corazones, Él sabe si nosotros hemos confiado en Cristo como Salvador o si no lo hemos hecho. Él sabe si somos o no genuinos miembros de la iglesia o no. Porque se puede engañar a la gente con una apariencia de devoción al Señor pero a Dios no se le puede engañar. ¿Por qué no ser entonces un creyente auténtico y, al mismo tiempo, disfrutar de la alegría de la vida cristiana? En todo caso, no hay que fingir y lo más respetable delante de Dios y los demás que nos conocen, es que cada uno se muestre tal cual es. Merece la pena confiar en el Señor Jesucristo como Salvador y entonces, ser un auténtico cristiano y vivir una fe viva, dinámica, que producirá obras.

Una lectura cuidadosa del pasaje de Santiago 2 revela que Santiago usó la historia de Abraham para mostrar que la fe sin obras está muerta. Ésta fue la última parte de la historia de Abraham, porque, en realidad, fue la última vez que Dios se le apareció. No fue la porción de la Biblia a la que Pablo se refirió aquí en su epístola a los Gálatas, cuando dijo que Abraham fue justificado por fe. Pablo dijo que la fe sola era suficiente, y probó su afirmación de la historia de Abraham registrada en Génesis 15. Entonces, Santiago dijo que la fe sin obras estaba muerta, y lo probó refiriéndose a la historia de Abraham relatada en el capítulo 22 de Génesis. Si Abraham no hubiera cumplido, si él se hubiera arrepentido y en el incidente del capítulo 22 hubiera dicho: "Espera un momento, yo no creo en lo que has dicho. He estado fingiendo todos estos años", entonces habría sido obvio que la fe de Abraham era falsa. Pero Dios sabía, en el incidente de Génesis 15 que Abraham tenía una fe genuina.

Ahora, las obras de las cuales hablaba Santiago no eran las obras de la ley, porque la ley aún no se había dado durante la época de Abraham; tenemos que reconocer ese hecho. Santiago, dijo aquí en el versículo 23, del capítulo 2, de su epístola: "Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y se le tomó en cuenta como justicia; y fue llamado amigo de Dios". Al principio de este versículo, Santiago estaba retrocediendo a la referencia que Pablo dio al principio, referente al comienzo de la vida de fe de Abraham.

Después, Pablo dijo que el Evangelio fue predicado a Abraham al final de su vida cuando Dios le dio la promesa.

No hay contradicción cuando uno examina pasajes como los que escribieron Pablo y Santiago. Ambos estaban diciendo lo mismo. Una estaba mirando a la fe al principio. Y el otro estaba mirando a la fe al final de la vida de Abraham. Uno estaba mirando a la raíz de la fe. El otro estaba mirando al fruto de la fe. La raíz de la fe se explica con la frase "la fe sola te salva", pero la fe salvífica producirá fruto, es decir, buenas obras.

O nuevamente como dijo Juan Calvino: "Sólo la fe salva, pero la fe que salva, no está sola".

 versículo 9, de este capítulo 3:

"De modo que los que tienen fe son bendecidos con el creyente Abraham".

En otras palabras, Dios salva al pecador hoy en la misma base en la cual salvó a Abraham. Es decir, Él le pide fe al pecador. Él le pidió a Abraham que creyera que Él iba a hacer ciertas cosas por él. Y Dios nos pide que creamos que Él ya ha hecho ciertas cosas por nosotros al entregar a Su Hijo Jesucristo para que muriera por nosotros. Así que la fe es la manera especial por la cual el hombre es salvo hoy.

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