LA ENTRADA TRIUNFAL A JERUSALEN


TEXTO ENSEÑANZA: MARCOS 11 : 1 AL 11

TEXTO DE MEMORIA: ZACARIAS 9:9


El Señor Jesucristo fue aclamado como Rey por las multitudes en su entrada a Jerusalén. Al hacerlo cumplió la profecía que Zacarías había pronunciado siglos antes. 
Su intención era comprobar cuál era el estado espiritual de su pueblo y para ello se dirigió al templo, el centro de la vida espiritual de Israel. 
Lo que vio le desagradó profundamente, por lo que rápidamente salió de la ciudad...


El propósito de la entrada triunfal en Jerusalén
Una de las cosas que más nos sorprende cuando leemos este pasaje, son las medidas que Jesús tomó para atraer sobre sí las miradas de las multitudes en su entrada a Jerusalén. Esto no quiere decir que el Señor no hubiera estado rodeado anteriormente en muchas ocasiones de multitudes que le buscaban y seguían, pero a lo largo de todo el Evangelio, Marcos nos ha mostrado una y otra vez cómo Jesús intentaba evitar la publicidad: aconsejaba a muchos de los sanados que guardasen silencio sobre la sanidad recibida, se retiraba con sus discípulos para orar y tener instrucción privada con ellos, incluso, cuando quisieron hacerle rey, él se fue apresuradamente. Pero ahora todo esto es diferente, ¿por qué?
Bueno, la explicación más lógica sería que si una manifestación como la que ahora vamos a considerar hubiera tenido lugar antes, habría adelantado también el momento de la Cruz. Y sin duda esto no era conveniente, porque no habría habido tiempo suficiente para formar a los apóstoles que después serían los encargados de anunciar el reino de Dios al mundo, y por otro lado, Dios en su misericordia deseaba prolongar las oportunidades para el arrepentimiento de su pueblo antes de traer el juicio sobre él, aunque finalmente, ante su persistente rechazo, el juicio tuvo que venir.
Pero si bien no habría sido conveniente presentarse antes de esta forma pública, por otro lado, era imprescindible hacerlo, puesto que Jesús era el Mesías prometido, y como tal, debía manifestarse a las multitudes que lo esperaban, y el lugar indicado tendría que ser necesariamente en Jerusalén, la capital del reino. Tal como el ciego Bartimeo había reconocido, Jesús era el legítimo "Hijo de David", aquel a quien Dios había prometido su trono y quien sería el heredero de todas las promesas hechas a David.

 La Cruz y el Trono

Sin embargo, aunque este pasaje nos presenta a Jesús como el Rey esperado, sabemos que finalmente acabó muriendo en una cruz de forma vergonzosa. ¿Por qué? ¿Cómo se relaciona la Cruz con el Trono, los sufrimientos del crucificado con su gloria como Rey?
  • Algunos han pensado que la Cruz fue un obstáculo imprevisto en su carrera hacia el trono, al punto de que acabó con todas sus aspiraciones mesiánicas. Para los que piensan así, la resurrección fue una invención de sus discípulos que no se conformaban con un final tan trágico.
  • Otros creen que la cruz es un entreacto divinamente previsto que permitiría a sus siervos viajar por el mundo preparando a las naciones para el reino venidero.
  • Pero en las palabras de Jesús, la Cruz no era ni un obstáculo, ni un intervalo útil, sino que era el fundamento sobre el que se iba a establecer su Reino.
Para cualquier lector atento de los Evangelios, no pasará inadvertido el hecho de que Jesús preparó dos entradas diferentes en Jerusalén entre las que encontramos interesantes paralelismos y contrastes. La primera es la entrada triunfal en Jerusalén que ahora estamos estudiando, y la segunda tuvo lugar una semana después, justo antes de ser arrestado (Mr 14:12-25).
  • Es curioso que en ambas ocasiones el Señor hizo los preparativos de antemano, enviando para ello a dos de sus discípulos. También en ambas ocasiones tomó prestadas ciertas cosas: en el primer caso fue un pollino, y en el segundo, un aposento alto.
  • Pero también los contrastes son muy significativos, porque mientras que en la primera ocasión el Señor arregló las cosas de tal manera que su entrada generase la máxima publicidad sobre sí mismo, en cambio, en la segunda entrada se aseguró para que todo fuera hecho con el máximo secreto.
  • Otro detalle importante es que en ambas ocasiones el Señor se presentó como el cumplimiento de las Escrituras. Su entrada triunfal cumplió con exactitud lo anunciado por el profeta Zacarías (Zac 9:9), mientras que su entrada secreta sirvió para cumplir la Pascua.
De todos estos detalles sacamos la impresión de que el Señor quería enseñarnos a pensar en el establecimiento de su Reino en dos sentidos diferentes.
  • En su primera entrada, una vez que pasó el fervor popular, éste fue sustituido por el odio, y los mismos que aquel día lo aclamaban como Rey, una semana después gritaban ante Pilato para que fuera crucificado. Tanto el Rey como su Reino fueron rechazados públicamente. Y en este sentido público, el reino no será establecido hasta su Segunda Venida (Ap 19:11-16).
  • Pero no sólo fueron los judíos quienes rechazaron a Jesús, también él mismo mostró su desaprobación sobre la nación porque no habían dado los frutos que Dios esperaba de ellos. Este fracaso ponía en evidencia la incapacidad del ser humano para cumplir con las leyes de Dios. Por esta razón, la segunda entrada con motivo de la celebración de la Pascua se reviste de una importancia especial. En aquella ocasión, en un momento de la cena Jesús dijo: "esta es mi sangre del nuevo pacto" (Mr 14:24). Tal vez nosotros no sepamos a qué "nuevo pacto" se refería Jesús, y cuáles eran sus condiciones, pero los judíos sabían bien que se trataba de lo profetizado por Jeremías (Jer 31:33-34) (He 10:16-17). Allí encontramos que este "nuevo pacto" incluiría el perdón de los pecados y también que el Señor escribiría sus leyes en los corazones de ellos. Estos son dos requisitos fundamentales para el establecimiento del Reino de Dios en los corazones de los hombres. Por lo tanto, podemos concluir que ante el fracaso del pueblo de Dios en aceptar a su Rey y cumplir con sus leyes, él estableció su reino secretamente, en el interior del corazón de los hombres, y que para ello fue necesario que este nuevo pacto fuera ratificado por medio de sus sufrimientos, sangre y muerte. Desde ese momento, y hasta su Segunda Venida, el Reino ha de existir sólo de forma espiritual en los corazones de los hombres, y no de una forma pública.

¿Qué estaba entendiendo la multitud?

No deja de resultar sorprendente que en tan sólo una semana las multitudes cambiaran tan drásticamente de opinión en cuanto a Jesús. Todo esto nos lleva a preguntarnos por qué estaban aclamándole en esta ocasión como rey.
  • La razón más probable es que lo veían como un Mesías en sentido político, alguien que se levantaría contra el poder militar y político de los romanos.
  • Otros tal vez se unieron a la comitiva que venía de Betanía porque habían oído el milagro de la resurrección de Lázaro y sentían curiosidad por verle.
  • Muchos se sentirían contagiados por el entusiasmo popular, o actuaban simplemente por imitación.
  • Quizá estaban allí porque era la fiesta de la Pascua y Jesús pasaba a su lado.
  • Y otros, como los líderes religiosos, simplemente le observaban mientras preparaban su asesinato.
Pero entre todos ellos, ¿habría alguien que entendía que Jesús era el Rey manso y humilde del que había profetizado Zacarías? ¿Comprenderían que él iba a ocupar una cruz y no un trono? Desgraciadamente también en nuestros días son muchos los que participan en actos religiosos cristianos sin saber quién es Jesús y lo que él demanda de ellos. Muchas de estas manifestaciones populares son muy superficiales y no debemos fiarnos mucho de ellas puesto que están basadas en la ignorancia y en el efecto psicológico que produce una multitud enfervorizada. Este tipo de entusiasmo es sólo temporal, y cualquier presión en sentido contrario lo hará cambiar de dirección, como efectivamente ocurrió una semana después con la inmensa mayoría de aquella multitud que aquel día aclamaban a Jesús como Rey.

El pollino sobre el que nadie había montado

1. Los preparativos
Como antes comentábamos, en esta ocasión el Señor preparó anticipadamente los detalles de su entrada en Jerusalén. Para ello envió a dos de sus discípulos para que le trajeran de la aldea un pollino sobre el cual iba a entrar montado. Todo esto nos llama la atención, porque Jesús podría haber entrado en la ciudad andando como hacía siempre, pero al tomar esta decisión estaba indicando que tenía un propósito concreto.
2. La profecía de Zacarías
Es muy probable que ni los discípulos, ni tampoco las multitudes, se dieran cuenta en medio del entusiasmo generalizado de que en aquel preciso momento ellos estaban participando en el cumplimiento de lo que Zacarías había anunciado siglos antes:
(Zac 9:9) "Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna."
3. Un pollino sobre el que nadie había montado antes
Otro detalle al que debemos prestar atención tiene que ver con el pollino que Jesús eligió para entrar montado sobre él en Jerusalén: "Hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado".
Los que entienden del asunto dicen que el pollino de asno es un animal difícil de domesticar para ser montado. Por lo tanto, cuando el Señor lo montó y el animal se comportó de una forma dócil, esto fue evidentemente un milagro que demostró el poder del Señor sobre la creación animal.
Pero creemos que ésta no era la lección principal que el Señor se proponía enseñarnos. Había otro detalle aun más importante y era que un animal dedicado a un propósito sagrado no debía haberse usado antes para tareas cotidianas (Nm 19:2) (Dt 21:3). Esto servía para resaltar que esta entrada que Jesús estaba realizando en Jerusalén se revestía de un carácter sagrado.
4. La humildad de Jesús
Sin lugar a dudas, esta descripción que Marcos nos hace de la entrada triunfal de Jesús, tuvo que haber sorprendido mucho a sus primeros lectores romanos. Ellos estaban acostumbrados a otros tipos de desfiles triunfales cuando regresaba algún general victorioso o el mismo César. Para esas ocasiones se usaba un carruaje dorado que iría rodeado de los oficiales más importantes, y en el desfile se exhibirían los tesoros y prisioneros conquistados. También los sacerdotes romanos estarían allí ofreciendo incienso a sus dioses.
Pero en contraste con todo esto, el Señor Jesucristo iba montado en un asnillo, sin prisioneros ni riquezas. Esto servía para mostrar con claridad que él se estaba presentando como el "Príncipe de Paz" (Is 9:6) y el "Salvador humilde" (Zac 9:9).
5. Los vestidos y las ramas
Pero aunque la entrada de nuestro Señor se revestía de humildad, no por ello faltaron las muestras de aprecio por parte de las multitudes. El evangelista nos dice que algunos pusieron sus vestidos en el camino por donde él pasaba y otros cortaron ramas que también tendieron en el suelo. Todo esto sirvió como una alfombra improvisada para la cabalgadura que Jesús montaba.
El detalle es interesante si tenemos en cuenta que para ellos el vestido era un símbolo de la dignidad personal y de la posición social que tenían. Por lo tanto, con este gesto de colocar sus mantos de esta manera, estaban mostrando su respeto y homenaje hacia Jesús (2 R 9:13).
6. "El Señor lo necesita"
Y por último, un detalle realmente increíble. Cuando Jesús envió a sus dos discípulos para buscar el pollino, les encargó que dijeran al dueño del animal que "el Señor lo necesitaba". ¿Puede necesitar el Señor algo de los hombres?
Lo cierto es que él tiene todo cuanto necesita. El es Dios y no depende de nadie. Sin embargo, en su humillación se hizo dependiente incluso de sus propias criaturas. El pollino era prestado, como lo habían sido las barcas que usó en Galilea, la casa donde se hospedaba, el aposento donde celebró la última cena con sus discípulos, o incluso el sepulcro donde colocaron su cuerpo muerto.
(2 Co 8:9) "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos."
Pero notemos que él nunca usó algo para lo que no contara con el consentimiento voluntario de las personas. Y sigue siendo así; aunque tiene el derecho legítimo a todo lo que somos y tenemos, él siempre esperará a que nosotros se lo cedamos voluntariamente y por amor.

"Los que iban delante y los que venían detrás daban voces"

Debemos recordar que Jesús venía de Betania, donde había resucitado a Lázaro, y muchos le acompañaban. Pero al mismo tiempo, la noticia de que él se encontraba de camino había llegado hasta Jerusalén, así que de entre la multitud de peregrinos que ya estaban en Jerusalén para la celebración de la pascua, muchos salieron a recibirle, juntándose con el grupo que venía de camino (Jn 12:1-13).
Por lo tanto, había dos grupos, uno que iba detrás de Jesús y otro delante de él. Y seguramente entre ambos se estaban contestando en sus aclamaciones entusiastas por la venida de Jesús.
1. "¡Hosanna en las alturas!"
"Hosanna" es la traducción hebrea de "salva ahora", y se empleaba como pidiendo liberación a Dios. Lo que la multitud estaba esperando era que Dios irrumpiera y salvara a su pueblo ahora que el Mesías había venido.
No debemos olvidar que en aquellos días la ciudad estaba llena de peregrinos que habían ido a celebrar la Pascua. En esa festividad se recordaba la liberación de la esclavitud de Egipto y el pensamiento generalizado entre todos ellos era cuánto tiempo más pasaría hasta que ellos mismos fueran liberados de la opresión extranjera bajo la que se encontraban en ese momento.
2. "¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!"
Así que, cuando vieron que Jesús se acercaba a la ciudad, con un impetuoso y exuberante entusiasmo, las multitudes usaron el Salmo 118 para reconocerle como el Mesías esperado.
(Sal 118:25-26) "Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego; te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora. Bendito el que viene en el nombre de Jehová; desde la casa de Jehová os bendecimos."
3. "¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene!"
Evidentemente las multitudes esperaban que Jesús iba a establecer el Reino, y él mismo se iba a sentar sobre el trono de David como el legítimo Rey de Israel.
Pero entre ellos estaban también algunos fariseos que viendo estas "exageradas" aclamaciones sugirieron a Cristo que las desaprobara y refrenara el celo excesivo de sus discípulos. Pero Jesús, lejos de hacer lo que ellos le pedían, afirmó con el lenguaje más enfático posible que lo que las multitudes estaban diciendo era una verdad que no podía ser acallada; él era realmente el prometido Mesías, el auténtico Rey de Israel.
(Lc 19:39-40) "Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían."

"Entró Jesús en Jerusalén y en el templo"

Cuando Jesús llegó a Jerusalén, su viaje no concluyó en el palacio, sino en el templo. ¿Por qué razón?
  • Primeramente, porque esa era su casa, y el lugar de su trono. Así había sido siempre en la historia de Israel desde los días en que habían salido de Egipto y Dios mismo moraba entre ellos en el Tabernáculo y luego en el Templo.
  • Pero al mismo tiempo, se trataba de una visita oficial al mismo corazón de la nación con la finalidad de llevar a cabo una inspección de su estado espiritual.
  • Y también sirvió para cumplir parcialmente la profecía de Malaquías: "Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis" (Mal 3:1).


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